Como una opción de vida basada en el pensamiento racional, el humanismo moderno provee una manera de comprender nuestro universo en términos naturales en lugar de sobrenaturales. Ofrece a las mujeres y los hombres, como individuos y como miembros de la sociedad, una ética secular basada en valores humanos.
Inspirados en su legado racionalista y librepensador, los humanistas rechazan las autoridades absolutas y las sabidurías reveladas. Consideran que la experiencia humana es la única fuente de conocimiento y de ética. Los humanistas creen en la coherencia intelectual, y no permiten que la costumbre reemplace a la conciencia. Promueven la libre investigación -que es la base del espíritu científico-, y como una filosofía viva se enriquece constantemente del progreso del conocimiento.
Guiados por el espíritu de la solidaridad humana, los humanistas están comprometidos con la tolerancia, el pluralismo y los derechos humanos. Como el Humanismo es además una filosofía de la libertad humana, los humanistas promueven un orden social que proteja la dignidad, las libertades individuales, la justicia social, los derechos fundamentales y el Estado de Derecho. Constantemente exploran vías de incrementar la libertad, la responsabilidad y la posibilidad de ser felices en un mundo crecientemente complejo.
El ideal social del Humanismo es la extensión de los valores democráticos, resultando en un democracia integral que comprenda lo político y lo económico. Los humanistas creen que esto puede lograrse únicamente con la propia fuerza moral de la Humanidad y con sus propios recursos intelectuales.
El Humanismo intenta ser una alternativa moderna, pluralista y democrática, a las religiones tradicionales y otras actitudes sociales opresivas y autoritarias.