El sábado 9 de mayo fue convocada la primera reunión del Grupo RED de este año 2020; la misma se llevó a cabo respetando las medidas actuales de aislamiento y distanciamiento social en el combate a la pandemia de COVID-19.
Bajo la coordinación del Prof. Diego Casera, y utilizando las plataformas videoconferencia, una veintena de nuestros socios – localizados en Montevideo, Rivera, Canelones, Paysandú, Salto y Maldonado – participaron de esta instancia de trabajo con un objetivo firme: continuar trabajando por la concreción de los objetivos planteados hace casi 15 años.
A través del Estudio, la Reflexión y el Debate nuestra Asociación Civil 20 de Setiembre invita a sus asociados a proseguir en la difusión de los valores de Librepensamiento, la Tolerancia y el Humanismo; hoy nos toca interactuar en forma virtual, pero con la voluntad de seguir construyendo el porvenir.
Emociones e imaginación en la praxis librepensadora; contradicción y superación. (Miembro informante: Silvia Balladares)
Cuando el coordinador de los grupos RED, el Prof. Diego Casera me propuso trabajar acerca de este tema, valoré como un desafío integrar en una breve reflexión un tema tan complejo, tanto por la profundidad de cada uno de estos constructos, como por las múltiples perspectivas desde las que el tema se podría abordar.
Como psicóloga y librepensadora, la interrelación entre las emociones, la imaginación y el pensamiento, ha sido de mi interés técnico y científico. Estos constructos, conforman las bases de la estructura psíquica y de su dinamismo, siendo parte del amplio y diverso repertorio de nuestros comportamientos, vivencias y experiencias, en la interrelación de la realidad psíquica, con la interpersonal y social. Para los librepensadores, los conocimientos científicos actuales que aportan a su profundización, provenientes de las ciencias del comportamiento, son motivo de discernimiento e integración.
Como expresara el Presidente de la Asociación Civil 20 de Setiembre, Ec. Elbio Laxalte Terra, durante su conferencia en el Congreso Regional de Libre Pensamiento realizado este año en la ciudad de Valparaíso en Chile, la praxis librepensadora refiere a “un método de búsqueda permanente de la verdad, a través de la ciencia, la razón y la experiencia…”, y en este sentido buscamos reflexionar acerca de cómo incide la emoción y la imaginación, focalizando en el discernimiento que permite su superación y contradicciones.
Identificar la participación e influencia de las emociones y la imaginación en el pensamiento, es una condición indispensable para ser un librepensador. Necesitamos un profundo auto conocimiento y auto observación, además de mantener una conciencia plena y actitud abierta, que nos permita discriminar positivamente y discernir sus modos de revelarse y el sentido que adquiere.
Entonces veamos, ¿qué son las emociones y que no son?, ¿a qué nos referimos con este constructo psicológico?
Hablamos de emoción cuando sentimos miedo, ira, sorpresa, asco, tristeza y alegría, referidas como las emociones primarias por Antonio Damasio. Tienen un efecto directo en el comportamiento, como ser la alegría conecta con el deseo de repetir la experiencia, en cambio el miedo activa la necesidad de protección, el asco conecta con el rechazo y la sorpresa con las situaciones nuevas. La tristeza orienta a una nueva reintegración personal. Comprendemos entonces que provocan por sí mismas un cambio interior, que se refleja en las interacciones y contienen un juicio tendiente a lo adaptativo o desadaptativo. Modelan el aprendizaje individual, familiar y social. Las emociones secundarias serían la combinación de las primarias, por ejemplo los celos, el orgullo o la vergüenza, entre muchas otras.
Científicos contemporáneos como Ekman (2003), Rosas (2008) y Castilla del Pino (2009) e investigaciones actuales como la de Balladares, Saiz (2015), discriminan la emoción del estado de ánimo (afecto) y de la función sentimiento, utilizando criterios como duración, estabilidad y dirección. Sabemos que las emociones son de corta duración y su estabilidad se ve interferida por la intensidad con que se presentan. Según Ekman (2003) sus diferencias pueden ser observadas también a través de la presencia o ausencia de movimientos musculares o gestos en su expresión facial, conclusiones derivadas de sus investigaciones, a las que ha dedicado gran parte de su vida y actualmente integran la pericia judicial en países como EEUU. Otros criterios son aquellos referentes a lo específico o no del objeto intencional al que van dirigidos y la relación que tengan con la fijación de creencias generadoras de emociones subyacentes.
Sabemos que con un fin adaptativo al ambiente, producen cambios fisiológicos en el sistema inmune y neuroendocrino y constituyen una respuesta organísmica global en la interacción con el ambiente. Las emociones se vinculan con el sistema hormonal e inmune. Por ejemplo en el caso de enojo o situaciones de estrés las hormonas corticoidea y el cortisol asociados con los estados de estrés y ansiedad, son primariamente supresivos al funcionamiento del sistema inmune (Cuppsy Fauci, 1982) y esto disminuye la activación antiviral.
La Prof. Lisa Feldman, de la Universidad de Norheastern, luego de veinte años de investigación asegura que las emociones no son innatas, ni instintivas, no se disparan, ni nos suceden. Las reacciones neurofisiológicas visibles a través de las imágenes cerebrales demuestran que no tenemos circuitos emocionales. Más allá de ser universales, sabemos que no son un repertorio de reacción instintiva. Entonces ¿qué son? Son predicciones que se encuentran en la base de las acciones y vivencias, que nos permiten dar sentido a la experiencia perceptual. Estas predicciones hacen que cuando uno cree que sabe acerca de las emociones de otra persona, en realidad este supuesto conocimiento viene de nuestro propio cerebro. No se encuentran en el rostro o en el cuerpo y menos en la intención del otro.
Otro aspecto importante es que no hay formas universales de manifestación de la emoción. Podemos llorar de alegría, quedarnos paralizados o exhaustos por tristeza o sin expresión facial alguna mientras se vive una intensa ira.
Esto coloca al librepensador en la responsabilidad de re visionar sus creencias acerca de lo que considera evidencia predictiva de la emoción en sí mismo y en otras personas. También ser conscientes de que creamos nuestras propias emociones y no nos suceden. Que el pensamiento, el juicio que realizamos de las situaciones, tiene una participación directa en esta creación. Entonces, la duda debe estar al servicio de la prudencia, si no, correremos el riesgo de afirmar en forma de pensamiento místico que las cosas suceden de determinada forma o por ciertas causas emocionales, aunque no podamos dar cuenta de ello.
Las emociones, pueden ser confundidas con los sentimientos o el afecto (positivo o negativo), que describen fenómenos diferentes. Los sentimientos dan cuenta de los valores, ya que posibilitan la valoración racional y subjetiva o sea personal, de la información que proviene de la realidad interna o externa. Crean conciencia acerca de la cualidad y del valor específico que se brinda a la vivencia y desencadena una actitud de acercamiento o de rechazo. Según Millon T. “…los sentimientos activarán estados subjetivos tales como unir frente a desunir, sentirse bien frente a sentirse mal, bienestar frente a incomodidad, atracción frente a rechazo, aprecio frente a desprecio, y así sucesivamente”. Hillman J (1971) expresa que estos brindan unidad temporal y coherencia interna a las vivencias, al punto de que existe una memoria sentimental. Si piensan en algún recuerdo donde fueron felices durante la infancia, seguramente el sentimiento los conduzca hasta ahí. Son sentimientos el amor, la libertad, la felicidad, la culpa, la soledad, el vacío existencial, entre otros. Estos orientan la relación con el otro, con el mundo y con uno mismo, así como las decisiones y el comportamiento. Es importante tener claro que el sentimiento es una función racional, al igual que el pensamiento, con la cual se recibe, procesa y valora información.
En cambio el afecto, es anterior al desarrollo cognitivo y un aspecto de nuestra vida psíquica que realiza primero ese movimiento desde el interior hacia el exterior. Es lo que los psicólogos denominamos estado de ánimo, es más prolongado en el tiempo y es la base de nuestra conciencia anímica subyacente.
Entonces las emociones, no deben ser confundidas con los sentimientos ni con estado de ánimo o afecto, para compartir un lenguaje que refleje los constructos y la reflexión acerca de los mismos.
Por su parte, la imaginación puede concebirse como un recurso trascendente o una cárcel sin puertas, que se dirige hacia el pasado o hacia el futuro. Todos recordamos lo especial de su inmersión, o la facilidad con que algún libro, juego o reflexión nos trasladaba a su territorio. Cuantas veces la imaginación conduce el camino en nuestras vidas!. Imaginamos un futuro mejor, haciendo esto o aquello, diseñamos en nuestra imaginación la obra acabada, concebimos aquella que comienza, diseñamos el futuro de las relaciones o agregamos a la realidad deseos, voluntades, y más. También las ponemos al servicio de nuestras emociones. Cuantas veces nos detenemos por límites invisibles o palabras a las que la imaginación ha dado sentido de realidades. Cuantas veces imaginar nos rescata o nos hunde en el profundo abismo del ánimo.
Sus manifestaciones en los sueños, con una lógica que le es propia, distinta a la lógica de la razón, dan cuenta de que se revela ante nuestro orden y propicia sentidos diferentes. Crea y derriba sin tiempo ni barreras. Actividades como la estética, la moda, la arquitectura, por ejemplo, se vinculan a la imaginación. Pero imaginación no es imagen, sino que es una actividad dinámica, que puede manifestarse sin ella, por ejemplo a través del arte, la ciencia, etc. En el librepensamiento la imaginación cataliza la posibilidad alternativa, creativa y forma parte de la alquimia de la trascendencia.
Para trabajar en el método del librepensamiento es necesario conocer las emociones en nosotros y comprender que no existen lecturas lineales para hacerlo en los demás o en las situaciones que nos presentan la vida cotidiana. Hay que detenerse, tomar el tiempo que lleva conectar con lo psíquico, que no es el tiempo cronometrado por el reloj. El tiempo psíquico, es aquel que destinamos con la atención en aquello que deseamos conocer. El tiempo para discriminar y comprender.
Adquirir la capacidad de autorregulación emocional, conlleva aceptar las experiencias internas, trabajar la claridad afectiva y habilidad para regular las propias emociones manteniendo la ecuanimidad (Delgado 2010). Pueden conspirar contra ello la sobreimplicación que lleva a la conducta irreflexiva o la reacción prematura, la rumiación del pensamiento o a las obsesiones sin salida y sin enfoque, entre otras. También podemos caer en la sub implicación emocional, como formas de evitación o negación. Hayes y Feldman (2004) describen que la distracción y las distorsiones cognitivas o sea pensar en base acreencias erróneas, son formas de rehuir al contacto con las emociones.
Entre el pensar o pensamiento y el librepensamiento, existe una brecha donde se ubica el sentimiento de libertad, que continenta los procesos de reflexión, de aprendizaje y el ejercicio de la meta cognición.
La meta cognición es la auto supervisión de los procesos de aprendizaje y desarrollo cognitivo, evoca la existencia de una instancia observadora en nosotros, que monitorea, regula y reflexiona sobre los procesos intrapsíquicos. Permite vigilar la libertad del pensamiento y de la conciencia, así como su coherencia con los hechos. Podemos decir que la praxis librepensadora se nutre de dos funciones principales de la conciencia, como son el pensamiento y el sentimiento. También que en el pasaje de la cognición a la meta cognición, las emociones y la imaginación comienzan a integrarse como componentes del librepensamiento. El pasaje de la cognición a la meta cognición es mediatizado por las dimensiones cognitivas del pensar, por las emocionales y también por las psicosociales como serían la actitud o predisposición, las interacciones, las comunicaciones, etc. Es necesario ser conscientes de que somos capaces de regular la atención. La información está dentro y fuera, si no la síntesis será incorrecta.
Cuando de las emociones se trata, no validarlas puede derivar en la incapacidad de la conciencia para convenir con su intensidad, su frecuencia o su oportunidad. Ser capaces de regularlas permitirá que no conduzcan los pensamientos de forma irracional o sean inadecuadas en la situación presente. Puede suceder por su intensidad excesiva o disminuida; o por pertenecer a una realidad subjetiva más allá de lo que está sucediendo en determinado momento.
Hay oportunidades donde existe una contradicción a superar entre la emoción y la razón. Lo observamos todo el tiempo. Por ejemplo en la emisión de juicios apresurados o “convenientes” (sobre adaptados) impulsados por la intolerancia o la urgencia emocional. También cuando se produce el contagio emocional en pequeños o grandes grupos, por acción de la presión o sugestión. Cuando el miedo incide y se cede ante el poder de la opresión. En estas y otras situaciones, tomar distancia para lograr la re percepción o descentramiento, mirar desde otro lugar o perspectiva, siendo capaces de transitar, “desde la esterilidad de la certeza hacia la fecundidad de la incertidumbre”, como dice Manfred Max-Neef, nos permitirá superar posibles contradicciones y porque no, trascender la sugestión o ceguera experiencial.
Está científicamente comprobado que existe una correlación inversa con la capacidad para pensar o discernir, al experimentar una emoción con alta intensidad e impacto personal, situación donde se producen cambios fisiológicos particulares. O sea con emociones de alta intensidad el pensamiento se bloquea, no podemos pensar claramente. Las emociones pueden confundir, abrumar, inmovilizar, desbordar, ocupar demasiado tiempo en nuestra psique. Derivar en modos insanos de relacionamiento y violencia.
Pero siempre es la persona quien asigna la relevancia emocional que propicia la intensidad de la reacción. Entonces cuando hablamos de emoción, ésta involucra una reacción fisiológica u organísmica, una valoración subjetiva y una movilización a la acción o inacción. Es de hecho, un factor precipitante o invalidante del pensamiento.
La praxis librepensadora es un método dialéctico de interacción entre la realidad física y psíquica, guiada por la razón. Requiere la comprensión de la realidad a través de un procesamiento complejo, que excede la interpretación salvaje o lineal. Las distorsiones cognitivas colocan la subjetividad en su pedestal del prejuicio. El énfasis en el proceso de la praxis librepensadora, de sus contradicciones y la superación de éstas, requiere el ejercicio minucioso de la metacognición o sea ser observadores de nuestro propio pensamiento y emociones e imaginación. Implica una apertura liberadora del interés y del deseo de que las cosas sean como creemos, suponemos, deberían ser, fueron o serán. El pensamiento es una conducta interna, que opera sobre la emoción y la emoción opera sobre el pensamiento. El librepensamiento es en sí mismo un acto trascendente y creativo. Es allí donde la imaginación recibe y cataliza los componentes cernidos por la libertad de conciencia.
Este trabajo ha sido una breve reflexión que espera inspirar el debate y el intercambio que nos encuentra en cada grupo RED, con el interés renovado, en esta oportunidad en un tema tan caro a la libertad de conciencia. Sin duda, muchos tonos componen esta paleta de básicos, que seguramente esté lleno de vivencias para todos/as. Espero que tengamos fructíferos trabajos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Balladares S., Saiz M. (2014) Sentimiento y afecto. Revista Ciencias Psicológicas. Montevideo: UCU
Ekman, P. (2003). El rostro de las emociones. (2 ª ed.). Barcelona: RBA
Hayes, A.M. y Feldman, G. (2004). Clarifying the construct of mindfulness in the context of emotion regulation and the process of change in therapy. Clinical Psychology: Science and Practice, 11, 255-262.
Laxalte Terra E. (2020) Conferencia El librepensamiento: una idea necesaria para construir el futuro humano. Congreso Regional de Libre Pensamiento realizado este año en la ciudad de Valparaíso en Chile
Millon, Theodore. (2006) MIPS. Inventario Millon de Estilos de Personalidad. Buenos Aires. Ed. Paidós.
Rosas, O. (2011). La estructura disposicional de los sentimientos. Ideas y valores, Vol. 145 pp. 5 – 31