Nació en la ciudad de Montevideo el 19 de marzo de 1845.
Fueron sus padres, Jacobo Dionisio Varela y Benita Berro, encontrándose ligado a periodistas notables como Florencio Varela, poetas distinguidos como Adolfo Berro y Juan Cruz Varela y figuras históricas, como la de Bernardo Berro, modelo de la honradez política en la Presidencia de la República.
Jacobo Varela de profesión comerciante, tradujo en 1846 del francés “La enseñanza de la lengua Materna” del Padre Girard, el primer libro de pedagogía publicado en el Río de la Plata. José Pedro adquirió el conocimiento de las primeras letras en el antiguo colegio de los PP Escolapios. A la edad de 15 años entró en el comercio, cediendo a las exigencias de su padre. Sin embargo su deseo era estudiar y seguir la carrera de abogado u otra profesión de parecida naturaleza, para lo cual se consideraba con más aptitudes.
En el intervalo de 1860 a 1866 extendió mucho sus conocimientos literarios: aprendió francés, inglés y algo de alemán. Empezó a hacerse conocer en la Literatura con composiciones poéticas, crónicas y artículos literarios. Fue el principal colaborador de la Revista Literaria, periódico que vio la luz en 1866, escribiendo bajo su nombre y con el seudónimo de Cuasimodo. En 1866 se dedicó a la política, escribiendo artículos en algunos diarios de la oposición.
En 1867 realizó un viaje a París donde visitó al poeta Víctor Hugo. Poco después viajó a los Estados Unidos donde conoció al político y escritor argentino Domingo Faustino Sarmiento, quien despertó su interés por los temas de la enseñanza, comenzando desde entonces una serie de investigaciones, trabajos y propuestas que más tarde finalizarían en la implantación de la enseñanza obligatoria por parte del estado uruguayo.
En 1868, ya en Montevideo, se dedicó a la actividad política a través del diario La Paz, que dirigió hasta 1873. Al mismo tiempo creó la Sociedad de Amigos de la Educación Popular junto a Elbio Fernández, Carlos María Ramírez y otras personalidades relevantes de su generación.
Al año siguiente Varela redacta “El sacerdote y la mujer en sus relaciones con la familia”. En ella mostraba “con la vehemencia y la energía de su palabra escrita, la suerte de la mujer entregada a la prepotencia religiosa y la vida triste del sacerdote lejos de la felicidad del hogar (…) condenado por el celibato al olvido de su nombre”.
En 1874 publicó La educación del pueblo y al año siguiente La legislación escolar, este último donde demostraba no sólo la necesidad de una reforma escolar sino también su plausibilidad. Para ello aportó datos estadísticos sobre la población del país, que manejó como argumentos de su tesis, siendo el primero en usar esta herramienta en la historia intelectual del Uruguay.
En 1876, durante el gobierno del Coronel Lorenzo Latorre, y a pesar de ser enemigo político de éste, aceptó el cargo de Director de Instrucción Pública, presentando un proyecto de ley por el cual el Estado uruguayo establecería la enseñanza escolar laica, gratuita y obligatoria, organizando también sus institutos reguladores y las asignaturas a dictarse. Este proyecto fue aprobado y convertido en ley el 24 de agosto de 1877 (Decreto Ley de Educación Común).
De esta forma, y siguiendo la tendencia europea de aquel entonces, el estado pasaba a tener el control de la enseñanza escolar, y con ella el de la formación intelectual del pueblo uruguayo, como elemento armonizador de la diversidad social y étnico cultural del país.
A pesar de la propuesta valeriana la laicidad en la educación uruguaya tardaría algunas décadas en llegar, ya que el Decreto Ley de Educación Común instauraba los principios de obligatoriedad y gratuidad pero no el de laicidad. Esto fue objeto en su momento de grandes discusiones pero el poder de la Iglesia Católica llevó a quitar el principio.
Liberalismo y positivismo Varela participa de la creación de un partido radical liberal democrático, el cual peleó entre otras reformas por la del voto universal, la igualdad en los derechos de la mujer y en fin, por lograr una mayor participación ciudadana. En este contexto Varela considera que la educación era necesaria para el ejercicio de la ciudadanía. “…La educación es cuestión de vital importancia, para aquellos pueblos que, como el nuestro, han adoptado la forma de gobierno democrático-republicana (…) La extensión del sufragio a todos los ciudadanos exige… la educación difundida a todos: ya que sin ella el hombre no tiene la conciencia de sus actos”. Considera que los pueblos que no tienen gobierno democrático-republicano no tienen libertad en todas sus manifestaciones: “llamando a todos a tener participación activa en el gobierno, dejando abierto el campo a todas las aspiraciones”. Sostiene que esta forma de gobierno “despierta la acción y el pensamiento del individuo, en un grado desconocido para los pueblos que viven bajo otra forma de gobierno”. Fuente: La educación en la democracia.
“No profesemos ningún culto, pero tengamos la religión del porvenir, con la mirada fija en la estrella de la justicia, que nos alumbre; marchemos incesantemente preparando el establecimiento de la democracia, en la que el pueblo convertido en sacerdote y en rey tendrá por guía y por Dios a la libertad”.
Fuente: La Iglesia Católica y la Sociedad Moderna.
“La ilustración del pueblo, es la verdadera locomotora del progreso”. En esta frase podemos apreciar nuevamente la ideal del Positivismo en José Pedro Varela, que habla del progreso. Al utilizar la locomotora plantea la idea de la modernización, desde el punto de vista de la educación la que llevará al progreso de la sociedad.
Varela consideraba que la educación y que el ideal Positivista, resolverían las contradicciones del liberalismo clásico. Considera que el liberalismo clásico no puede desarrollar el interés individual sin afectar al interés colectivo y que este problema se resuelve con educación. Considera que la tiranía y que el militarismo se eliminaría de la sociedad porque los pueblos podrían autogobernarse (ya que los individuos al poseer educación, se encontrarán capaces de elegir su gobierno y ser libres).
Fuente: Los Gauchos.
Plantea también, que los conflictos sociales entre las distintas “clases sociales” (aunque no habla de clases sino de humildes y de ricos) se resuelven con la convivencia. Juntas desde sus primeros pasos en la educación los más privilegiados aprenderán a ser solidarios con los que menos tienen y así superarán el egoísmo.
Su estrategia educacional
Los cuatro principios rectores del pensamiento vareliano fueron: Universalidad, Obligatoriedad, Gratuidad y Laicidad.
Universalidad: La educación común era imprescindible para crear el gobierno del pueblo. El sufragio universal suponía la conciencia universal y ésta suponía y exigía la educación universal.
Obligatoriedad: Es preocupación de Varela reunir la acción del Estado con la iniciativa privada en el llamado sistema mixto, reglando una y otra actividad de forma de establecer los límites entre ambos. Es el Estado, por medio de la ley, que declara obligatoria y gratuita la enseñanza. La obligatoriedad resulta del hecho de considerar la ignorancia no como un derecho, sino como un abuso, de allí la intervención del Poder Público.
Gratuidad: “habrá de reconocerse que la educación como el ejército, como la policía, como la justicia es un servicio de utilidad pública, que debe ser pagado por la nación”. El Estado junto con la obligación debe poner el medio de cumplirlas: “con la instrucción obligatoria, la escuela gratuita”.
Laicidad: afirma “La escuela establecida por el Estado laico, debe ser laica como él”, desde que ésta no sirve un fin religioso, sino social: la escuela pública debe estar abierta a todas las creencias”.
Otra obligación impuesta a la autoridad local es la de no poder emplear maestros que no tengan título otorgado por la Comisión Nacional o la de Distrito, previo examen de los aspirantes.
Asimismo, tienen la facultad de establecer en la escuela la enseñanza de la religión católica apostólica romana o del catecismo católico, respetando el derecho de los disidentes no obligando a sus hijos a recibir una religión que no profesan. ” …Antes que la escuela laica, en su expresión genuina, sea la escuela pública legal, es necesario que se forme en la conciencia del pueblo el convencimiento de que la escuela debe ser laica.”
El Estado, institución política y no religiosa, no debía favorecer a ninguna religión determinada. La escuela pública debía ser sostenida por todos, cualquiera fueran sus creencias religiosas y no resultaba justo hacerles contribuir a su sostenimiento a aquellos que profesaban una religión que no coincidía con la que se enseñaba en la escuela; el objetivo era formar ciudadanos y no afiliar al niño a esta o aquella religión.
En conclusión, a más de cien años de su aparición, puede decirse que La Educación del Pueblo y la Legislación Escolar – para su autor una continuación de aquélla – sistematizaron, en su momento, los principales aspectos a tener en cuenta para la formulación de lo que en términos actuales llamaríamos una estrategia educacional.
Varela tuvo la satisfacción, antes de morir, de que Carlos María Ramírez – con quién surgieran diferencias en cuanto a la relación entre la educación popular y la clase universitaria – alabara su obra. Juan M. Gutierrez y Domingo Sarmiento tuvieron para él calurosos elogios.
Murió agotado por la enfermedad y el trabajo, el 24 de Octubre de 1879
A 163 años de su nacimiento, la Asociación Civil 20 de Setiembre recuerda al prohombre, reformador y ciudadano de conciencia que pese a su corta vida, sigue siendo hoy un ejemplo para los uruguayos por su dinamismo, su afán público y político, habiendo prestado un ejemplar servicio a su país.